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PRIMUM NON NOCERE = ANTE TODO , ES NO HACER DAÑO

Me surgió la idea de hacer este blog a raíz de lo acaecido con mi hijo Rodrigo Aguirre Camblor, el menor de 7 hermanos.Rodrigo fue víctima de un homicidio provocado por un gravísimo error al que perfectamente se podría llamar "HORROR", de parte de un equipo médico de ocho personas dentro de un quirófano de la Asociación Española de Socorros Mutuos - "La española" - en Montevideo, Uruguay

Durante una operación menor que duraría 20 minutos y a la que se le aplicaría anestesia local potenciada resultó ser una cirugia desbordada del tiempo previsto.

Lo curioso es que en este equipo de profesionales nadie monitoreó ni siquiera en forma clinica, como estaba reaccionando el paciente. CIRUGÍA SEGURA , SALVA VIDA.

EL EQUIPO QURURIGICO EN SU TOTALIDAD.

No aplicaron el principio de Lex Artis (Arte de curar).


LaMed
icina es una mezcla de ARTE, CIENCIA, AMOR, LE AGREGARIA TAMBIEN SENTIDO COMÚN.

Por esta catàstrofe, es que desde ese entonces quisiera en una primera etapa poder lograr concientizar a las personas que trabajan en la Medicina, ya que su labor principal es CUIDAR LA VIDA de los pacientes que se ponen en sus manos. En un futuro pienso crear algún tipo de Asociación, que vele por los derechos de las personas para poder tener plena confianza en el Sistema de Salud. Planificar una lucha contra el error médico exige reconocerlo y de esta forma buscar los medios para evitarlo. Lo más importante es reconocer la VERDAD, es la única manera por la que, reflexión mediante, no vuelva a suceder jamás.


domingo, 8 de abril de 2012

De que se compone el placer de matar

De qué se compone el placer de matar


Por Carlos Chernov

25/03/12 - 06:07



Como ocurre con cualquier asesino serial, creo que el móvil de los enfermeros uruguayos fue el mero goce de matar. No asesinaban por dinero –según parecía al menos en primera instancia–; tampoco por venganza; no gozaban sexualmente de ellas; no eran asesinos profesionales. Mataban por el puro placer de matar.

¿De qué se compone este placer? El odio es uno de sus elementos obvios. ¿Pero odio contra quién? ¿Contra personas que los maltrataron y humillaron? ¿Resentimiento social? Al parecer uno de ellos fue abusado sexualmente en la infancia, un antecedente que se encuentra con frecuencia en este tipo de homicidas.

Otro componente del móvil debe de haber sido el colosal agrandamiento de sus egos. Uno de los imputados declaró: “Si me creí Dios, me equivoqué…”. Se creyó Dios. En la mayoría de las religiones occidentales, la entrada y salida de la vida, el nacimiento y la muerte son prerrogativas divinas. La vida es sagrada, ninguna persona individual puede tomar esta decisión en sus manos. En este caso, en lugar de considerar el asesinato como una de las bellas artes, como quería de Quincey, sería un modo de convertirse en dioses.

Otra faceta del móvil debe haber sido la excitación. Es fácil imaginar cómo cambiaría la rutina habitual: la ansiedad con que esperarían el momento de acercarse a la cama de un enfermo e inyectarle en la vía central una droga mortífera. Sus jornadas laborales se habrán convertido en aventuras.

Respecto del riesgo, sorprende que hayan actuado con tanto descuido. En 2011 publiqué El desalmado, novela en la que el médico protagonista también mata a pacientes internados, en este caso, para robarles el alma. Pero mi personaje es mucho más cauto –o temeroso–: trabaja en clínicas de pocas camas, en las cuales queda como único médico de guardia en terapia intensiva. Para no alterar la estadística de defunciones, mata a un paciente por clínica y cambia de trabajo. Asesina a sus víctimas con una sustancia imposible de detectar en las autopsias y, aún así, a pesar de todas las precauciones, vive aterrado.

En cambio, los enfermeros asesinos usaban drogas que se pueden rastrear en una autopsia, dejaban mensajes de texto incriminatorios y aumentaban notoriamente la estadística de defunciones de las instituciones en las que operaban. ¿Querían que los descubrieran? ¿Experimentaban una mezcla de exhibicionismo y culpa? ¿Se aliviaban de la culpa con el pretexto de la eutanasia, como si interpretaran que matarlos era un acto de piedad, no de crueldad? La apatía moral de los enfermeros, que borronea los límites entre asesinato y eutanasia, es otra muestra de la banalidad del mal.



*Escritor y psicoanalista.




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