Hamlet, Acto I, escena V.
Sin duda, en las actuales circunstancias, se están dando palos de ciego para combatir al enemigo invisible de la paranoia que se cierne sobre el sistema de salud. Es posible que el SNIS se vaya al fondo del mar, donde ya estaba hace rato, pero no lo querían ver, y que de sus cenizas surja un producto nuevo.
Es innegable que en esta situación, hay diversas asimetrías, y pautas conductuales marcadas por la propia improvisación, desorientación, ignorancia y soberbia habituales, incrementadas por el miedo a perder los cargos, desde los ministros a los directores técnicos.
Hacer posible que ingresen los familiares a los CTI para mejor controlar a sus pacientes, es un engañapichanga, además de inusual, peligrosísimo. Los que vienen de la calle traen consigo gérmenes de todas clases, desde la bosta de caballo (provista en abundancia por los equinos de los hurgadores) que son portadores de todo tipo de gérmenes, aerobios y anaerobios, hasta las deyecciones de perro, abundantemente distribuidas en una ciudad que no se caracteriza por su limpieza. Si ya teníamos problemas porque los médicos y el personal no se lavaban con suficiente cuidado y asiduidad sus manos, al ir de un paciente a otro (como hace un dentista, tan modesto como denostado), ahora veremos incrementada la masa de gérmenes por estos pasos insensatos. Buscando la inasible seguridad.
Los robos, atentados y otras intervenciones, dentro de los CTI, seguirán cargándose sobre el lomo de los trabajadores de la salud, médicos y no médicos. Jamás se sospechará de los parientes. Además tienen otros medios habilitados para untarle la mano a enfermeros o médicos diligentes, que expidan rápidos pasaportes al más allá, para obtener fines determinados (herencias, bienes, u otras changas; ya hay en trámite la denuncia de un casamiento in extremis de dudosa factura). Con una propina se arregla todo. O con la participación en las utilidades. Esto es más viejo que el ruido o el agujero del mate. No todos los trabajadores de la salud son éticos, ni tienen códigos que los mandaten u ordenen. Los médicos (pocos) se preocupan mucho. Pero lo cierto es que se cumple escasamente con los sagrados preceptos.
La avalancha de juicios que amenazan venirse encima, merece párrafo aparte, porque los hay de toda laya. Desde los más éticos hasta los más alocados. La normalidad y la ética están distribuidos en una curva normal, identificada con la Campana de Gauss. Los hay que están en el nivel más alto, muchos en el medio, y algunos en el más bajo. Entre los dos desvíos estándar está el 95%; las colas del 2,5% de cada lado, no son para nada despreciables, tratándose de la salud y la vida.
Ahora lloverán denuncias, demandas, sobre todo en el fuero penal, para más rápido trámite y litigar con auxiliatoria de pobreza, ante la menor sospecha o indicio de que se empleó ¡¡¡morfina!!! Un antiguo producto derivado del opio, que resulta ser el analgésico más potente conocido, desde hace siglos, y que generalmente ahora se emplea con mucho temor y sospecha de intención criminal, siendo tan necesaria para aliviar el dolor y el sufrimiento psicofísico del paciente. Larghero decía que lo primero era calmar el dolor en el post-operatorio. De ahí viene la famosa frase que todos escriben en las indicaciones: "Calmarlo si sufre". Los pacientes no deben sufrir, en cualquier circunstancia, luego del diagnóstico, para hacer lo cual el dolor es la guía semiológica. Pero sea un paciente cuya evolución se prevé sin inconvenientes ni mayores riesgos, o sea un paciente terminal, aliviar el dolor es esencial, natural; pero sobre todo ético y humano. Factores tan reclamados y necesarios, pero que ahora pueden abortarse. Resulta que ahora la morfina pasa a ser poco menos que un delito administrarla, fruto de la ignorancia de los que manejan el tema. Pero sucede que hay leyes que regulan el testamento vital y otras yerbas, y conviene que los colegas las lean y apliquen estrictamente. (Ley 18.335, DERECHOS DE LOS USUARIOS Y PACIENTES DEL SISTEMA DE SALUD en: http://www0.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=18335&Anchor=; Ley 18.473, TESTAMENTO VITAL, VOLUNTAD ANTICIPADA, NEGATIVA DE TRATAMIENTO; en: http://www0.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=18473&Anchor= )
La ignorancia de las leyes, que no es excusa para su incumplimiento, es muy grave a nivel de los operadores de la salud, de arriba abajo. Lo determina el Art. 2 del viejo Código Civil (de 1868, redactado por el famoso Tristán Narvaja, un hombre nacido en Córdoba, 17 de marzo de 1819 - Montevideo, 19 de febrero de 1877) jurista, profesor, teólogo y político argentino y cuyas incoherencias y anacronismos defienden los teóricos dogmáticos vernáculos del Derecho). Comenzando por los DT de las instituciones, que no hacen que se apliquen las normativas que ya fueron adoptadas hace 4 años o dos años, como las autoridades de la salud, que quieren y no pueden ser los "rectores" cuando en realidad nunca le dieron importancia más allá de lo declarativo. Así pasa con las leyes de Derechos del Usuario, la historia clínica electrónica, el consentimiento informado, y el testamento vital. Que son leyes, pero nadie las aplica ni se importa, salvo cuando sucede una catástrofe. Entonces nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena.
Uno de estos capítulos es el que está jugando el partido en Colonia, por utilización de morfina con la aparente autorización de la familia, lo cual tal vez no fue adecuadamente documentado en la Historia Clínica, como mandata la ley. ¡¡¡Y se monta un circo mediático, a punto de partida de una denuncia del Hospital!!!
Esta crisis puso de manifiesto muchas cosas que se venían haciendo mal culturalmente desde hace muchas décadas, y que nadie reparó. Los CTI tal como funcionan en Uruguay no existen en el mundo. No hay médicos intensivistas dedicados exclusivamente a esa disciplina, ni tampoco personal de enfermería. Rotan, son equipos multi-disciplinarios, donde hay médicos internistas, cirujanos, anestesiólogos, neurólogos, cardiólogos, etc. Este modelo se implantó, se propagó y jamás se revisó. Pero a la vista está que daña a la gente que lo ejerce. Aunque hace más de 15 años el Dr. Homero Bagnulo puso en el tapete un tema en un congreso de Medicina Intensiva: "¿Quién cuida al cuidador?", de lo que habla hasta el Presidente Mujica hoy, con fuentes bibliográficas que no conocemos. El mismo autor hizo una esclarecedora explicación hace unos años, sobre el uso de la morfina, y la categorización que la OMS da a la calidad de la asistencia de los pacientes terminales en relación a la cantidad de ese producto que se emplea, siendo el nuestro uno de los países que la empleaba con menor frecuencia y en menores cantidades, producto de la ignorancia y el miedo.
Descubrir la punta de la madeja en esta materia, es difícil y llevará tiempo. Hay que luchar contra la Broncemia, una vieja enfermedad. (Véase: http://www.youtube.com/watch?v=gNt5hLLZDmc&feature=mfu_in_order&list=UL )
No parece fácil hacer al mismo tiempo todo lo que sería necesario, para tender a la normalidad:
1. Liquidar al multiempleo, llevando la jornada laboral a 8 horas en un solo lugar, bien pago, por supuesto, para todos: médicos y no médicos.
2. Rotar al personal por períodos, lo que exige una capacitación dedicada y constante, de alto nivel. Lo que supone invertir recursos.
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