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PRIMUM NON NOCERE = ANTE TODO , ES NO HACER DAÑO

Me surgió la idea de hacer este blog a raíz de lo acaecido con mi hijo Rodrigo Aguirre Camblor, el menor de 7 hermanos.Rodrigo fue víctima de un homicidio provocado por un gravísimo error al que perfectamente se podría llamar "HORROR", de parte de un equipo médico de ocho personas dentro de un quirófano de la Asociación Española de Socorros Mutuos - "La española" - en Montevideo, Uruguay

Durante una operación menor que duraría 20 minutos y a la que se le aplicaría anestesia local potenciada resultó ser una cirugia desbordada del tiempo previsto.

Lo curioso es que en este equipo de profesionales nadie monitoreó ni siquiera en forma clinica, como estaba reaccionando el paciente. CIRUGÍA SEGURA , SALVA VIDA.

EL EQUIPO QURURIGICO EN SU TOTALIDAD.

No aplicaron el principio de Lex Artis (Arte de curar).


LaMed
icina es una mezcla de ARTE, CIENCIA, AMOR, LE AGREGARIA TAMBIEN SENTIDO COMÚN.

Por esta catàstrofe, es que desde ese entonces quisiera en una primera etapa poder lograr concientizar a las personas que trabajan en la Medicina, ya que su labor principal es CUIDAR LA VIDA de los pacientes que se ponen en sus manos. En un futuro pienso crear algún tipo de Asociación, que vele por los derechos de las personas para poder tener plena confianza en el Sistema de Salud. Planificar una lucha contra el error médico exige reconocerlo y de esta forma buscar los medios para evitarlo. Lo más importante es reconocer la VERDAD, es la única manera por la que, reflexión mediante, no vuelva a suceder jamás.


domingo, 28 de julio de 2019

POR LA GLORIA. HENRY MARSH, es uno de los neurocirujanos más prestigiosos de Gran Bretaña


2) parte del relato .


Por la gloria 
Este simple mortal llamado ahora, Henry Marsh es uno de los neurocirujanos más prestigiosos de Gran Bretaña también, va camino de ser uno de los más importantes escritores de no ficción en lengua inglesa. Y lo es, por cierto, por una razón más bien ligera: tras cursar estudios en Ciencias Políticas, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford, su ciudad natal, sufrió un fuerte desengaño amoroso. Para salir del calvario sentimental en el que se encontraba quiso autoflagelarse, ya que no tenía necesidad alguna de hacerlo pues era hijo de un prestigioso abogado de derecho internacional, y se fue a trabajar como camillero en un lúgubre hospital de la cuenca minera de Northumberland, cerca de Escocia. Su labor consistía en llevar enfermos desde la ambulancia a las salas del hospital, o desde las salas al quirófano o, en el peor de los casos, directamente de ahí a la morgue, si la cosa no iba bien. Fue entonces cuando tomó la decisión de volver a las aulas, pero con un rumbo muy diferente del que había elegido en su adolescencia. Para su propia sorpresa, se inscribió como estudiante de Medicina en el Royal Free Hospital de Londres, institución en la que no era requisito indispensable tener una procedencia de estudios científicos. Henry Marsh tenía entonces 30 años y aún no sabía que iba a decantarse por la especialidad de neurocirugía cuando, en medio de una operación de aneurisma de la que fue testigo, tuvo una epifanía que se lo aclaró. “Era vanidoso, ambicioso y buscaba la gloria”. Eso responde con sorna hoy, a sus 66 años, cuando se le pregunta por qué esa elección. Ciertamente, hay que poseer altas dosis de esas características para tener como objetivo ser algo parecido a Dios. Y humildad. Toneladas de humildad. Ambos rasgos están sembrados en las páginas de Ante todo no hagas daño, un libro que ya es un éxito de ventas en todo el mundo y que nace de una costumbre que nunca dejó de lado. Henry Marsh escribió ininterrumpidamente sus diarios desde los doce años. Ahora, casado con la antropóloga social y también escritora Kate Fox, esa historia de vida que permanecía camuflada ha salido a la luz. Fue ella la que le advirtió que debía convertir aquellos materiales en una obra de arte. Y así lo hizo. Su texto, articulado en la descripción de 25 casos clínicos y flanqueado por un corto y contundente prólogo así como una breve carta de agradecimientos final, constituye una guía para comprender cómo funcionan las tensiones paradójicas que conviven en las personas a las que nos encomendamos cuando la muerte acecha y no nos queda más remedio que ponernos en sus manos.

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